Fluyan mis lágrimas, dijo el policía. (Flow My Tears, the Policeman Said)
Philip K. Dick (Traducción de Domingo Santos)
Booket
272 páginas | 2015
Su vida va complicándose poco a poco debido a las personas con las que se cruza y a las cuales solicita ayuda. Conoce a Kathy, una joven experta en la falsificación de documentos, y cuando todo parecía estar solucionado, su situación empeora mucho más, pues Kathy no es quien dice ser.
El autor muestra temáticas ya habituales en otras novelas, como son el consumo (y abuso) de drogas; trastornos sexuales (fetichismo, pedofilia, masoquismo...); trastornos mentales; avances científicos que han provocado que los seres humanos sean modificados y mejorados, etc.
Su universo distópico es muy interesante. No se detiene a narrarlo como si de una clase de historia se tratara, sino que lo hace a través de los personajes, mientras avanza la historia. Los delincuentes son trasladados a campos de trabajo forzado, los estudiantes se encuentran retenidos en campus, razas que han sido casi exterminadas, son algunas de las realidades de estos Estados Unidos creados por Dick.
Hacia la mitad de la novela, como lectora, comenzaba a preguntarme si lo que estaba leyendo era un desvarío de los personajes que aparecen en escena, o si era posible que en las próximas páginas la historia fuera muy distinta. Es una novela marca K. Dick y para aquellos a los que sus historias nos hacen delirar y disfrutar, ésta también lo hará.
En general me ha gustado, aunque hay una trama relacionada con Jason y una antigua amante que me sacó un poco de la historia. Con ganas de continuar leyendo la bibliografía del autor, y me reafirmo en lo que ya comenté hace un tiempo: debo volver a leer Ubik, pues cuando llegó a mí no estaba preparada para su lectura.